'Antes de que ocurriera AQUELLO, todos pertenecían a algún lugar.
Después, olvidaron lo irrecuperable y todos fueron, estuvieran donde estuvieran,
del OESTE DE LAS AGUAS.
Los continentes perdieron sus nombres.
Al fin, todos estaban al OESTE DE LAS AGUAS.'
El guiño poético geográfico que da título al libro de Claudia Celaya se despliega ( desliza) a lo largo de sus páginas para indagar sobre las posibilidades de contar la experiencia desde coordenadas espacio- temporales; para ensayar, entretanto, una cartografía de lo humano.
En Al oeste de las aguas el mito fundacional se convierte en mito del exilio, en un origen signado por el partir y el partir-se de quienes 'Se alejaban por oponerse al camino o se hundían en búsquedas perdidas.' En esta travesía los puntos cardinales solo sirven para marcar la ausencia: el lugar que se ha abandonado (perdido), el espacio al que aún no es posible arribar, un horizonte brumoso que no logra definirse porque el sol sólo alumbra la ruta, 'la raya que divide en dos la simetría y la cruza perdiéndose...quién sabe desde dónde hasta cuándo'. Habrá que transitar entonces la lectura con ánimo de viajero errante, mezclándose con el paisaje humano y vegetal que la obra delinea con una tinta sutil.
Pamela Cámara.